martes, 16 de febrero de 2010

Hoy hace un año que te fuiste.
Hace un año desde que te dije adiós.
Hace un año desde que te vi apagarte de a poquito
Hace un año desde que te pedí perdón.

Pero a pesar de que ya ha pasado un año, siempre estás presente entre nosotros. Se siente mucho tu ausencia.

Te quiero mucho, viejo.

Salud

viernes, 16 de octubre de 2009

16 de octubre

Te extraño mucho y no te olvido. No pasa un día sin que piense en tí y me pregunte qué harías o dirías. Donde quiera que estés, disfruta y descansa que ya te toca.
Besos y abrazos
Tu hija

viernes, 14 de agosto de 2009

Por más que te busco, no estás.

Y el caso es que insisto e insisto y no dejo de buscarte en todas partes, pero no estás. Te llamo, te invoco, te pido que vengas a verme, pero no vienes. Y no sé por qué.

Al principio, cuando empezaste a faltar, te sentía todo el tiempo, te veía en todas partes y ahora, de pronto, no estás.

Deberías ceder, aunque siempre te costó. Pero en los últimos años aprendiste a escuchar aunque no cambiaras tu opinión. Así que deberías escucharme y entender que me hace falta que vengas a mí. No sé cómo ni cuándo pero necesito sentirte otra vez.


Y no te preocupes, solo es que quiero charlar. Me falta tu conversación, tu interés por mí, tus consejos como los de el que lo tiene todo perfectamente claro en la vida y no duda nunca. Pero sobre todo me faltan tu risa, tus carcajadas. Siempre me sorprende hacer reír a alguien y tú te reías con tanta intensidad… con tanta libertad.

Así lo hacías todo, con intensidad y a tu manera. Jamás conocí una persona tan terca, tan cabezota. No en vano creaste la “manera Luis Granovsky” de hacer las cosas. Mil veces te dijimos que había otras formas válidas de actuar, pero nunca llegamos a convencerte. Y por eso mucho peleamos. Mucho nos desentendimos. Mucho nos desencontramos. Pero ahora todo eso pasó.

Ahora sé que hice bien. Hice bien en pararme y tomarme mi tiempo para pensar qué iba a hacer contigo el día que supe que no podíamos seguir desencontrándonos. Supe que tenía que reconstruir nuestra relación, sin pedir explicaciones por todo lo anterior, sin dejar lugar a dolores pasados, sin hablar contigo de ello, solo yo. Sí, hice bien. Empezamos desde cero y salió bien.

Por suerte dije lo que quería decir y lo que no dije fue porque no quería decirlo. Y si de algo estoy segura es de que tú y yo quedamos bien. Llegamos bien al final.
Nos despedimos bien, muy bien, sin saber que nos estábamos despidiendo. Lo único que siento es que apenas recuerdo nuestra última conversación. Pero sí sé una cosa: nos reíamos, mucho. Sobre todo tú.

Así que te pido, por favor, por una vez en tu vida, no seas cabezota y ven porque te extraño tanto…